Los pilares de una buena infancia son cuatro y representan habilidades claves en el desarrollo del niño: la imaginación, la creatividad, la curiosidad y el descubrimiento. Sin lugar a dudas la importancia de estas habilidades es incuestionable y, si protegemos y fortalecemos su desarrollo saludable, redundará en niños más felices y en el futuro mejor integrados a una sociedad desafiante.
"La imaginación es una hermosísima habilidad de jugar con nuestras representaciones mentales de la manera que querramos. Para ella no hay límites, vale todo. Y pasado-futuro, realidad-ficción, todo, absolutamente todo, se hace posible por su mediación. Nos permite soñar e inspirarnos”.
La creatividad: "Relacionada con el hacer, es la imaginación llevada a la acción: se desarrolla (o se inhibe), es parte del juego y es indispensable para aprender". Es la posibilidad de concretar aquello que germinó en la cabeza.
"La curiosidad surge y se estimula en las investigaciones y en las preguntas". Es lo que en mindfulness llamamos la mente de principiante, la mente que explora, que se pregunta, que quiere entender el por qué y el para qué de las cosas.
Por último el descubrimiento es, “el encuentro con las búsquedas que llevamos adelante, un producto de la curiosidad, se alcanza en el hacer (salida al mundo externo) al explorar", y yo creo que es el paso para encontrar cierta certidumbre que, de todas formas, es momentánea y susceptible de continuar modificándose.
Así las cosas, digamos que estas cuatro habilidades son las más importantes para el aprendizaje experimental. Como afirma la profesional, "al desplegarlos, vemos a los niños apasionados, interesados en la vida, en aprender, conectados con el mundo que los rodea". Claramente han encontrado la energía para vivir.
Además, para que esto acontezca "es necesario otro ser humano a través del contacto, la mirada, el sostén y la reciprocidad". Y aquí es donde aparece el cuestionamiento a la tecnología. |