Cómo evitar que la tecnología atente contra los 4 pilares de la buena infancia
Los pilares de una buena infancia son cuatro y representan habilidades claves en el desarrollo del niño: la imaginación, la creatividad, la curiosidad y el descubrimiento. Sin lugar a dudas la importancia de estas habilidades es incuestionable y, si protegemos y fortalecemos su desarrollo saludable, redundará en niños más felices y en el futuro mejor integrados a una sociedad desafiante.
"La imaginación es una hermosísima habilidad de jugar con nuestras representaciones mentales de la manera que querramos. Para ella no hay límites, vale todo. Y pasado-futuro, realidad-ficción, todo, absolutamente todo, se hace posible por su mediación. Nos permite soñar e inspirarnos”.
La creatividad: "Relacionada con el hacer, es la imaginación llevada a la acción: se desarrolla (o se inhibe), es parte del juego y es indispensable para aprender". Es la posibilidad de concretar aquello que germinó en la cabeza.
"La curiosidad surge y se estimula en las investigaciones y en las preguntas". Es lo que en mindfulness llamamos la mente de principiante, la mente que explora, que se pregunta, que quiere entender el por qué y el para qué de las cosas.
Por último el descubrimiento es, “el encuentro con las búsquedas que llevamos adelante, un producto de la curiosidad, se alcanza en el hacer (salida al mundo externo) al explorar", y yo creo que es el paso para encontrar cierta certidumbre que, de todas formas, es momentánea y susceptible de continuar modificándose.
Así las cosas, digamos que estas cuatro habilidades son las más importantes para el aprendizaje experimental. Como afirma la profesional, "al desplegarlos, vemos a los niños apasionados, interesados en la vida, en aprender, conectados con el mundo que los rodea". Claramente han encontrado la energía para vivir.
Además, para que esto acontezca "es necesario otro ser humano a través del contacto, la mirada, el sostén y la reciprocidad". Y aquí es donde aparece el cuestionamiento a la tecnología.
La ¿magia? de la tecnología
Sin dudas la tecnología nos atraviesa de manera increíble en la actualidad. Ni siquiera tiene sentido una discusión de si debería utilizarse o no. No existe un mundo sin tecnología. Ni siquiera una escuela rural apartada de las urbes puede darse el lujo de no incorporar la tecnología. Por el contrario, su uso aumenta las posibilidades de integración a una creciente globalización que empuja hacia adelante y debilita a los rezagados.
¿Quién podría dudar que la tecnología puede aumentar la capacidad imaginativa, el impulso creativo, la curiosidad aguda y el descubrimiento valioso para los niños? Es decir, los cuatro pilares mencionados.
Pero el problema es que, en su misma esencia, la tecnología lleva consigo la magia de la desconexión, de la ilusión, de la autosatisfacción, prescindiendo del contacto, la reciprocidad y la co-construcción de realidad.
¿Esto implica que no hay forma de utilizarla saludablemente? ¡Claro que no! Como decían nuestros abuelos, todo en su justa medida. Una delicada proporción tecnológica enriquece los sentidos, potencia la curiosidad y favorece la creatividad. Pero hay que cuidar un par de cosas.
Advertencias para un uso saludable
- El inicio del uso de tecnología no debe ser antes de los 3 o 4 años, muy discretamente y para apoyar procesos de desarrollo mental sanos y no "ocupar" la atención del niño con el fin de que no moleste.
- Es conveniente que exista, como dice Ana, un "plan general familiar del uso de la tecnología", que se regule conscientemente el uso de pantallas y herramientas tecnológicas de acuerdo a edades, necesidades y expectativas. Cada integrante debe saber cuándo y cómo utilizar sus aparatos.
- Propiciar momentos de juego, conversación y reciprocidad con otros niños en el hogar y en la comunidad, donde la tecnología quede "expresamente afuera". Es fundamental la construcción de "díadas lúdicas" que enriquecen nuestra vida emocional y social. Ana Gadi nos recuerda que los pilares mencionados no son meros deseos sino que su existencia va a plasmarse en determinación para perseverar, esforzarse, tener objetivos y ambiciones, compromiso, superar la frustración y el fracaso. Además, surgirá una confianza intrínseca muy necesaria para la conducta social.
- Por último, que existan conductas familiares externas, en la comunidad, donde se prescinda de la tecnología. Salidas a comer, visitas a parientes, deberían dejar de lado el uso de aparatos y facilitar el encuentro y el diálogo social.
Todo esto nos conduce a regular con intención y plena consciencia el uso tecnológico en nuestros hogares, incorporándola como una herramienta clave pero nunca, nunca, transformándola en un amo despiadado de nuestra mente.